lunes, 16 de agosto de 2010

En busca del seno perdido

Octubre 2007



El seno acoge, también lo hizo el vientre. El seno nutre, si contamos con suerte. El seno crea las primeras huellas en la realidad del vínculo, si contamos con suerte y nos toca. Si así lo dice y lo decide nuestra madre.

Fantaseo que muchas madres se encuentren en el dilema de si éste es para el hijo o para el padre, o para el que potencialmente pueda jugar ese papel. De todas maneras, es común que el seno esté profundamente cargado de "imaginario" y de simbolismo.

¿Cuánto de ese simbolismo ha concientizado y compartido una mujer cuando decide entregar su estructura física para un cambio de imagen corporal a un "estetólogo"?

Caminos sin interlocutores, supongo, son los que se transitan. Decisiones bastante solitarias. ¿Quién guía: Don Dinero o Doña Belleza? ¿El impacto es para quién? ¿Para los pares: otras mujeres? ¿Para un objeto del deseo? ¿O es una compulsión imprecisa marcada dentro de un patrón cultural que nos envuelve?

Un inquieto e inconforme hombre de 94 años, médico, me invita a sumarme a su causa, a través de un artículo de opinión publicado en la edición dominical del tabloide "Ultimas Noticias", el pasado 28 de Octubre de 2007. "Esto es inconcebible", dice. No es posible estar impasible ante lo que se sabe de alguna manera contranatura. Un implante: cuerpo extraño, fuente de edemas ante cualquier frecuente tropiezo, acumulación de miasmas que nadie supervisa.

Hay anuncios de riesgos. Pero, ¿quién sigue las recomendaciones? ¿Sólo cuando el daño está hecho? ¿Por cuál razón o motivo?

¿Tan poca cosa somos los hombres en el imaginario de esas mujeres que suponen nos dejamos llevar hipnotizados por los valores de belleza "redonditos y buchones" que ahora imponen los libros de medicina?

¿Quién quiere quedarse pegado en los nuevos patrones, cuando la belleza está expresada en forma múltiple? Sin embargo, por ahí se escucha en la calle a alguno que sigue sus patrones de novela en la vida cotidiana, comentando ante el desparpajo de alguna fémina que quiere entrar en el mercado competitivo de hacer productiva su inversión: "y después nos llaman sádicos" . Recuerdo un artículo en una revista del cono sur, en los años 70, sobre los roles masculino y femenino; allí se hacía una reflexión: cuando lo femenino exagera su rol, lo masculino hace lo propio, y viceversa. Eso por lo general no conduce a entendimientos. Juegos del ego. Pero sigamos con el tema que nos ocupa.

Nuestra capacidad de entrar en sintonía con un ser que nos imanta como complementario, no puede estar mediatizada por un patrón que, por demás, es fácilmente superable para muchos, en la medida en que atienden realmente a su sentir. ¿Vivimos con el ser real, digno representante del género o lo buscamos, sin tanta pretensiones maniqueas como los catálogos de las prótesis, o el antiguo 90-60-90?

¿Por donde transita la mujer, que anda en tal extravío? Por supuesto, podemos decir algo similar del género masculino, que potencia estos patrones. ¿Qué está pasando en nuestra matriz del deseo y del vínculo real?

En esta realidad de prótesis mamarias que nos constituye, ¿quién lleva los hilos de estas aberraciones? ¿Quién trafica con las angustias femeninas, ofreciendo acciones de dudoso rendimiento a futuro, sin ofrecer nada esencial para las enconadas insatisfacciones? ¿Por qué intervenir lo que naturalmente está bien?

Comparto la angustia de ser espectador de la negación implícita de la teta para el hijo posible o para el presente, cuando, con esa actitud de hacer de los propios senos unas “mercancías valorables”, en ese desquiciante valor de "alto rendimiento" en lo que a la atracción del otro se refiere, merma el acto de amamantar… Un alienado modelo que priva a la mujer, por lo general, en forma brutal, de su condición femenina más plena. ¿Es realmente una elección que muchas hacen? ¿Hasta cuánto es una elección consciente, documentada? ¿Cuanto de ignorancia priva en ese corte brutal del hilo de la vida, del ejercicio de la entrega, de la ternura en pasta, del ejercicio del amor en acción, si se quiere, hasta con una importante dosis de egoísmo, de gozo?

¿Cuánto del ego de la mujer queda satisfecho en ese sacrificio de brindar su cuerpo para una mutilación que se supone logra algo vinculado al deseo? ¿Cuánto dura la ilusión?

¿Cuánta ética habrá en los que están tras la caja registradora?

Aquí, en nuestro tramado social de hoy, en los que sabes que están presentes, cerca de ti, suceden cosas de este tenor. Conviene hablar de ello. En tu decisión el apoyo para que tanta futilidad cambie.



Lic. Ignacio Moreno
Psicólogo Social







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